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Y allá van de nuevo...

martes, marzo 03, 2009

Ultraje!

Ya lo habrán leído, seguro, pero me parece una de las noticias del año. Los jugadores del Compostela instaron al juez a prohibir la reproducción, con fines publicitarios, del gol que les marcó Ronaldo en el año de Robson. Es de esos goles que tengo en la memoria; no sólo el gol (eso es normal, tengo una memoria bastante friki para el fútbol), sino dónde lo vi, con quién, hasta me acuerdo del careto de alucine del entrañable Bobby Robson. Y ese año, qué final de Copa del Rey en el Bernabéu, contra el Betis y con Amunike en plan revulsivo.



Así, que te metan un golazo es ultrajante. Puestos a denunciar ultrajes, se me ocurren algunos. Melody, no la Nakachian sino la que se contorneaba con 10 años y con 17 habla de sí misma en tercera persona, me parece un ultraje per se. Volar en Ryanair es un ultraje. Y de los gordos. Ahora quieren cobrar por mear. ¿Y si no llevas pelas? Que Piqueras sea líder de informativos es ultrajante. La modernez es ultrajante. Casi todo, en realidad, es ultrajante. ¿Quieren putear a los jueces? Pues denuncien todo lo que consideren ultrajante. Los tontos con columna españoles, desde el ejemplar derechuzo, decrépito-rijoso, hasta el progre de manual como Almudena Grandes, que va a la tumba de Machado en Collioure y se indigna. Bueno, está en su derecho, como yo de sentirme ultrajado por cómo El País premia la inanidad de una presunta escritora. La verdad, la tumba de Machado me parece un lugar precioso. Se entra al cementerio por una verja que suele estar abierta. Es pequeña y discreta, y siempre tiene recuerdos: cartas, postales, libros dibujos, piedrecillas, banderas republicanas... pequeñas cosas traídas desde mil sitios diferentes.

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viernes, enero 04, 2008

Regalos y recuerdos

Vago. Sí, soy vago. La vagancia es buena. Es la base de la evolución humana; el tío que inventó la rueda fue uno que estaba hasta las narices de arrastrar las cosas en un trineo. Así que, por favor, respeten mi vagancia. Llevo muchas semanas sin actualizar, por vagancia, por falta de tiempo y por sinceridad; sé que la irregularidad juega en contra del blogger, pero sin tiempo ni ideas prefiero esconderme, ya que tengo la opción de hacerlo. Así que si hay algo que disculpar y han echado de menos a Pierre tanto como yo, discúlpenme, por favor. Me es incómodo tener un blog sin actualizar, y de hecho llevo semanas sin mirar siquiera si hay comentarios nuevos (acabo de descubrir un altercado), pero actualizar por actualizar no sería muy sincero por mi parte. No se crean, en todo caso, que tengo sentimiento de culpa, al fin y al cabo soy un fan de LeTissier, demonios, aparten de mí las tentaciones calvinistas.

Asumiendo ya que la falta de pulso es una fatalidad, les cuento que actualizo ahora, el fin de semana de Reyes de 2008 porque es ahora cuando se hace las promesas del próximo año –como iniciar una colección por fascículos de osos de peluche disfrazados de pastores tiroleses-, porque Pierre cumple dos años de existencia, porque estos días tienen su cosita nostálgica –y tengo nostalgia de Pierre- y porque esta entrada es un pequeño regalo de Reyes; para alguien que me pregunta por Pierre y me pregunta también, como los niños, si va a tener regalo.

El barbecho es buenoo, de un hongo puede salir una cantidad limitada de setas que merezcan la pena. El blog tiene tres componentes primarios: la tertulia, que lo mismo habla del paro que de Ronaldinho, la manía y el escaparate de uno mismo, que como el azul, amarillo y rojo dan lugar a un espectro infinito, si bien en el mundo bloguístico habría que incluir el componente de autorreferencia, de metablog, esa absurda pero recurrente manía de confundir el medio con el mensaje en la que caemos una y otra vez, pero que hoy me perdono a mí mismo porque es el aniversario del blog y, además, estamos en Reyes; si esta entrada es un regalo, yo mismo me hago otro: unas indulgencias por no actualizar y, al hacerlo, hablar de mi propio ombligo. Por cierto, ¿quiénes de ustedes consideran un placer extirpar las bolitas de tejido que se forman en el interior del ombligo?

A mí, de los tres colores, me gustan las manías, aunque la opinión adoptada con ligereza y una cierta tendencia exhibicionista son inevitables y casi bienvenidas. Pero me gustan las manías, las pequeñas obsesiones como colocar las perchas en el armario de una determinada manera o no pisar la alfombrilla del baño con los pies mojados cuando su función es, precisamente, ésa. Tonterías, sí, pero sospecho yo que el mecanismo que crea en nuestro cerebro estas pautas no es muy distinto del que determina emociones o gustos más o menos sofisticados, adquiridos a través de la experiencia. Pero uno se pregunta qué es la experiencia, qué son los recuerdos. Si nos acordamos de lo que queremos o de lo que podemos. O por qué motivo algunas cosas malas no las podemos olvidar jamás, o por qué idealizamos o modificamos recuerdos. ¿Son fidedignas las historias del abuelo cebolleta que contamos en las cenas con amigos? ¿O son más bien una reconstrucción consensuada?


En Vértigo, Sebald escribe:

“En sus escritos, Beyle confuesa haber experimentado una gran desilusión cuando, hacía unos años, revisando papeles viejos, se tropezó de improviso con un grabado titulado Prospetto d’Ivrea y hubo de admintir que la imagen que había retenido ensu memoria de la ciudad bañada por la luz del crepúsculo no era sino una copia de este mismo grabado”

Y, antes, en el mismo libro:

“Las notas con que Beyle, a la edad de cincuenta y tres años –en el momento de su redacción se hallaba en Civita Vecchia-, intenta recuperar las penurias de aquellos días del fondo de la memoria, demuestran con eficacia dificultades de evocación. Unas veces su idea del pasado no consiste más que en campos grises, otras veces se topa con imágenes de una precisión tan inusual que cree no poder darles crédito, por ejemplo aquella del general Marmont, a quien pretende haber visto en Martingy, a la izquierda del camino por el que avanzaba el convoy, con el atuendo azul celeste y azul real de los consejeros de Estado, cosa que, nos asegura, sigue viendo de la misma forma cuando, cerrando los ojos, evoca la escena, si bien Marmont en alquel entonces, como Beyle muy bien sabe, debía haber llevado su uniforme de general y no el traje azul de Estado”.

Él también es autorreferente. La mezcla de historia y ficción, de recuerdos, datos, y fotografías reales con personajes inventados es una de las cosas que hace grande a Sebald. Yo, cuando me leo algo suyo, no trato de poner una frontera, no trato de pensar en lo que estoy leyendo, sino simplemente leerlo. Ví por ahí hace poco de un neurocientífico que llegó a la conclusión de que la memoria humana no almacena los recuerdos una vez y accede a ellos después, sino que cada vez que se recupera un recuerdo se vuelve a almacenar después sustituyendo el original. Nuestros recuerdos no son de cosas que nos han pasado sino recuerdos de recuerdos. Somos como Rachael en Blade Runner, sólo que no es John Tyrell quien nos ha provisto de recuerdos y fotografías familiares falsas, sino que somos nosotros quienes con el paso del tiempo moldeamos y adaptamos nuestro bagaje.

Feliz 2008

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martes, octubre 30, 2007

Setas

Cuando este blog estaba empezando, y merecía más la pena visitarlo que ahora, escribí una entrada sobre dos abueletes que todas las mañanas, cuando yo iba a trabajar, estaban echando su partida de ajedrez en el Café Comercial de la glorieta de Bilbao, en Madrid. Todos los días en la misma mesa a la misma hora jugaban su partida. Un amabilísimo lector, Manuel, comentó más cosas sobre los abuelos:

a) Nunca juegan con otra persona. Ha ocurrido alguna vez que viendo que uno de ellos no acudia, alguien s eha ofrecido a jugar en su lugar y el otro ha hehco un fuerte gesto de extrañeza y negativa.

b) Pero además, en el Cafe Comercial hay un Club de Ajedrez (en la parte de arriba) y ellos son los unicos que pueden jugar abajo.

En esa parte de arriba, es de lo mas interesante acudir cualquier dia a ver como juega la gente. Yo he visto jugadores empezar a jugar a las 8 de la tarde y estar alli hasta la hora de cierre.

Los socios de ese Club (muy reducido) suelen jugar los Domingos por la mañana (en invierno): Son solo hombres y hay verdaderos personajes. Es un verdadero espectaculo.

Todo esto lo vi porque un día activé la opción de que cuando alguien deja un comentario blogger me envíe un mail al correo de Pierre. Una gilipollez, pensaba, porque las raras veces que actualizo no se crean que no paso tiempo dando al F5 en el curro o conectándome desde casa con alguna excusa idiota (últimamente no estoy tan mojamuto como solía). Creo que fue el Dr Malcolm, que por cierto está tratando de revivir su blog (aun con alimento de Supermodelo 2007), el que me lo dijo. Y se lo agradezco.

Porque pasan más cosas. Por ejemplo, me he enterado de que la pegatina que alumbró esta otra entrada ha sido avistada en Almuñécar, provincia de Granada, por ipon, uno de los amables y fieles lectores de este blog. “Nuestro héroe se mueve rápido”, dice. Eso, dejando aparte que la entrada de Sintel se ha convertido en una especie de foro con comentarios periódicos de gente que estaba ahí.

Dice quien escribe novelas o guiones que los personajes alcanzan una mayoría de edad a partir de la cual se desarrollan por sí solos, quedan fuera del control de su creador. Un blog es diferente. En un blog cada entrada es una seta, porque una seta es sólo el fruto visible de un hongo, que no se ve, pero que es el auténtico ser vivo. Entonces las setas salen, se muestran al mundo hasta que son arrancadas por una persona con cesta o, simplemente, desaparecen. Pero el hongo no ha cumplido su ciclo vital, sigue coleando –todo lo que pueda colear un hongo- a pesar de la desaparición de la seta. El hongo permanece, pero su forma visible dura tan poco como un soplo de aire.

Así, quizá hace mucho que no escribo una entrada de alguna de las manías recurrentes, pero eso no significa que la manía no esté así. Uno tiene su stock de obsesiones particular, al que da salida con más o menos presteza. Pero no había pensado que las entradas cobrasen vida propia gracias a los amables lectores. Y estoy encantado con la noticia, de verdad.

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lunes, julio 16, 2007

El hombrecillo de pan

Acabo de terminar la ingrata pero curiosa tarea de aplicar etiquetas a todas las letras que he juntado, publicado y releído durante el año y medio de vida de Pierre. Tras un primer barrido más o menos tosco, he pasado a revisar el texto de todas las entradas, con lo que he aquilatado un poco más las etiquetas, he redescubierto entradas que merecían la pena, me he sentido tentado de borrar algunas otras y he sacado varias conclusiones. Una es buena, otra mala y otra mediopensionista.

Conclusión mala: Si por algún motivo han tecleado esta dirección en la barra del navegador o han presionado dos veces (cuatro si son ansiosos) el botón de un trozo de plástico cuando la imagen de una flecha tomó la forma de una mano, dejen de perder el tiempo leyendo esto y acudan al archivo, a no ser que se aburran mucho. No es que, como el vino, las entradas envejezcan bien, es que las de los primeros meses son lo único presentable.

Conclusión buena: Al menos tengo la decencia de escribir poco cuando no tengo nada que decir, de modo que el pausado ritmo de actualización de este blog dejará de causarme cualquier tipo de remordimiento.

Conclusión mediopensionista: Sin contar esta entrada, el ranking de temas tratados es el siguiente:

Así que me pueden catalogar como alguien obsesionado por catalogar, parcialmente intoxicado por este país grotesco con sus medios grotescos, friki y egocéntrico, pero quizá menos que la media de los blogs, que no se corta en decir chorradas y que no escribe tanto como habla de música, fútbol, pasta o la vida en general. Que lee poco pero que cuando puede enlaza la hora chanante, y que cada tres meses cuelga una (una!) foto. Y que una vez puse una pintada. El otro día, celebrando San Pedro en Burgos y afectado por el alcohol, el doctor dijo que yo era "un estudioso del Starcraft" y, la verdad, me moló. Se refería a una jugada que llamamos "la del tanque" y que ya explicaré, pero bueno, esto viene poco al caso. Supongo que un un día tendré que abandonar a Pierre. Haber escrito estas cosas y pensar que alguno de ustedes, conocido o desconocido, habrá arqueado las cejas en algún momento es algo que me hace sentir bien y que merece la pena. Más que lo del Starcarf, y por supuesto más que currar, ver la tele o ir el sábado a una tienda con una K muy grande. Así que seguiré buscando tiempo para continuar aquí con mis chorradas... Como el hombrecillo de pan.

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domingo, junio 10, 2007

la primera vez

Es un poco idiota hacer una crónica de un concierto dos o tres o cuatro semanas después del acto, pero a veces estas cosas no las eliges y, qué demonios, lo hago por amor al arte y, además, esto no es una crónica. En realidad, son dos conciertos. Chavetas. Y a la Soga 74. Los dos que he visto últimamente. Unos de Toledo, otros de Burgos (perdón, de Gamonal). Para Chavetas era el primer concierto y lo hacían en un sitio que antes era el San Mateo, 6 y ahora no sé como demonios se llama. Los otros en el Gruta.

La primera vez es eso, la primera vez. Luego hay otras mejores y algunas peores, más o menos divertidas, y cada vez es una historia, pero la primera es distinta a todas, y así se queda en la memoria, casi como un pedazo de infancia. Quizá la infancia consista en eso, en que las cosas pasan por primera vez, y por eso sea, en parte, un estado mental. Y quizá los recuerdos, según pasa el tiempo, van siendo sustituidos por aquello que queremos recordar o por una imagen ideal de aquel día. De hecho, creo que la mayor parte de los recuerdos que tenemos de la infancia son imágenes creadas a posteriori o interpretaciones distorsionadas de lo que en realidad pasó.

En el primer concierto todos están excitados. Los que tocan y los que miran. Se observan entre ellos (se huelen) porque los unos no saben cómo les va a salir ni los otros qué les espera, y todos esperan la reacción del otro. Y se saluda todo el mundo, porque el primer concierto es como una boda y están los del curro, los colegas de toda la vida, gente que no sabes por qué va y otros que hace mucho que no les ves. Y los que tocan comprueban siete veces el mismo cable, porque quieren parecer profesionales y porque no saben qué se hace en esos casos. Cuando se toca ya es otra cosa; hay gente que disfruta más y otros menos, como en todo. Lo habitual es ir a toda velocidad para terminar pronto, como si el último bis fuese la meta, el objetivo que cumplir. Sacarlo todo de golpe y el 'lo hemos hecho, joder'. Chavetas no. Chavetas es otra cosa; se lo pasaron bien tocando, hicieron el payaso, tocaron sin miedo, como si estuviesen en el local de ensayo y, presumo, se lo pasaron bien después. Pero es que tienen bastante morro, y eso no es lo normal.

Ahora, supongo, cuando pasen por delante del local (infame, como todos los locales del primer concierto) tendrán esa sensación de que han hecho una cosa más en la vida, que se han puesto a hacer música para divertirse ellos y para que sus amigos se lo pasen bien una noche. Chavetas darán muchos más conciertos, eso se les nota, pero aunque el de ayer fuese el último concierto, los ensayos, la pasta, el tiempo, los planes a los que han renunciado, habrán merecido la pena.

Soga 74 ya son otra cosa. Quiero decir, que salen 1.630 resultados en Google. Dieron un pedazo de concierto de rock, así, con todas las letras, en el Gruta 77. La gente, quitando el clásico grupo de burgaleses expatriados (que son algo así como el 20% de la población de Madrid) iba a ver al siguiente grupo, Mother Superior, pero doy fe de que les flipó el grupo de Ponchete y compañía, con su sonido en plan Hellacopters y ese rollo de rockero sin pose que sólo un rockero sin pose puede tener. A mí también me fliparon. Tenía, además, una de estas deudas extrañas por no haberles ido a ver antes. Una deuda autoimpuesta, de esas que nos generamos nosotros mismos y que nadie nos dice ni decimos a nadie, pero que tenemos en cuenta.

También se lo pasaron bien los de la Soga, se les notaba. Tienen callo, pero tocaban en el Gruta 77 con público desconocido y teloneando a Mother Superior, que yo no les conocía pero son cojonudos, además de la banda de Henry Rollins. También me gustaron, ya que me pongo, Mother Superior, tres frikis americanos sacados de Clerks. Pero sobre todo la Soga 74. Aunque, la verdad, no esperaba menos. Rock rápido, en inglés y español, garajero, antítesis del mogollón de grupos artificiales que salen en los suplementos de los viernes de los periódicos o en las revistillas de tendencias. Cinco tíos que se lo pasan bien tocando y que tocan lo que les gusta. De eso se trata.

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viernes, marzo 23, 2007

Nieve

Ha nevado en Burgos y se han quedado no sé cuántos niños sin escuela y un porrón de camioneros atrapados en moteles de carretera. Echo mucho de menos la nieve. La nieve hace una fiesta de un día chusco de invierno. Hasta los 17 años viví en una buhardilla, y los días de nevada notaba un silencio especial sin salir de la cama. No se oía nada de la calle –la nieve es un gran aislante- y por las finas rendijas de la claraboya cerrada entraba una luz especial. Quizá la sensación de descubrir una nevada sea mejor si es inesperada del todo, pero yo nunca la viví. Al poco de despertar sentía que había caído una buena. Entonces me acerco a la claraboya y la abro con cuidado, porque para entonces ya estoy seguro de que ha caído, pero no sé cuándo.

Cuando abres una claraboya con una capa de nieve encima cuesta un poco más hacerlo, porque notas el peso tienes que romper la capa de nieve. Todavía tengo en la cabeza ese crujido. La nieve se mete dentro de la habitación, y cuando la capa de nieve es gruesa tardas en ver el cielo, aunque entra la luz filtrada por la nieve. Después bajar en zapatillas al jardín a ver la nevada, pero después ir corriendo a por las botas de agua, guardadas desde la última nevada, para poder pisar la nieve. Y si, además, la nevada era tal que no se podía ir al colegio, el día era ya redondo.

Luego, después de estar en la nieve y rebozarte, de tirar bolas y hacer muñecos, llegabas empapado a casa, con los pies y las manos helados, y sin poderlos poner cerca del radiador porque, me decían, te salían sabañones, aunque nunca he visto un sabañón ni conozco a nadie que haya visto uno. Y los guantes eran una mierda. O de lana, que abrigaban pero empapaban enseguida, o sintéticos que duraban, aproximadamente, media hora antes de agujerearse por las puntas de los dedos. Ahora me toca ver las nevadas por la tele, aunque he podido disfrutar de alguna que ha caído en Navidad. La de hace tres años, por ejemplo. Pero la mayoría de las veces me tengo que conformar con las fotos que me mandan mis padres o que me manda Isabel, como estas que comparto con ustedes.








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viernes, enero 26, 2007

Metro

Cosas buenas que pasan en el metro:

La gente que se va riendo sola.

Los comentarios: “Joder, parecen orcos” (referido a la gente que se apelotona en el andén antes de asaltar el vagón.

Los momentos de solidaridad, espontánea y multitudinaria, con guiris perdidos.

Encontrar un momento de paz en un andén que queda semivacío al desaparecer el tren, mirando el balanceo de los carteles indicativos del transbordo.

Que un francés te regale siete viajes porque ya no los va a usar.

Escuchar conversaciones ajenas

Fijarte en los tíos que se fijan en las tías buenas. O fijarte directamente en las tías buenas, qué narices.

Leer el periódico del vecino, que parece más interesante que cuando lo llevas tú. De hecho, es recomendable rechazar el gratuito que te ofrecen al entrar y mirarlo de reojo después.

Que alguien le ceda el sitio a una supuesta embarazada que resulta ser sólo una amante de la cerveza… Y compartir el recorrido varias estaciones.

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jueves, diciembre 28, 2006

26 de diciembre

Esta tarde he enchufado el Football Manager 2005. Hacía mucho tiempo que no jugaba y ahora, de vacaciones en la casa familiar por unos días, tenía, al fin, tiempo para perder con cosas como curiosear en mi viejo Southampton y su impresionante palmarés, con el que no les voy a aburrir por el momento. Me siento delante de la pantalla (como es obvio, los videojuegos inmortales están replicados en el ordenador de mis padres para este tipo de emergencias) y veo la última partida grabada, del 26 de diciembre de 2005. Hoy es 26 de diciembre de 2006 (cuando escribo esto, que no sé cuándo publicaré) y han cambiado muchas cosas en mi vida, supongo que en las de ustedes también, desde la última vez que me senté aquí mismo a entrenar al Southampton.

Todo cambia muy deprisa llegado un momento. Hay buenos amigos a los que apenas vemos, y cuando vuelven parece que no se hayan ido, pero para entonces ya estamos viviendo otra vida distinta. Hace un año, por ejempo, este blog estaba a punto de nacer. Gracias a Dios la peor época de adicción a FM05 había pasado, si no ustedes no estarían aquí :) Ha llovido mucho, y lo que ha sucedido entre estas dos partidas de ordenador no se va a repetir. Y sin embargo estoy aquí haciendo lo mismo que hace un año, con el mismo frío y la misma comida familiar y los mismos bares de siempre. Ves amigos que están pasando una mala racha y les dices, como si fuese un tópico, que 2007 será mejor. Y un cuerno, no es un tópico. En un año pueden pasar muchas cosas, muchísimas, algunas increíbles.

Por eso piensas que vaya estupidez es lamentarse cuando todo puede areglarse o estropearse en un segundo. También, me acuerdo del titular de la entrevista a Orhan Pamuk este domingo en El País, "la melancolía es la fuente del entusiasmo". Voy a volver a mi Southampton, y espero dentro de un año recuperarlo de nuevo y pensar en 2007, y en lo que será 2008, como estoy haciendo ahora.

Feliz año, damas y caballeros...

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viernes, septiembre 01, 2006

Adiós, agosto

Decir que agosto es el mejor mes del año en Madrid es un topicazo, como aquello de que el calor es más seco que en Barcelona (impagable diálogo entre Makinavaja y Moromielda) o que en la capital está el mejor pescado de lo que queda de España. Pero, narices, a veces los tópicos tienen razón. Los días que no hace mucho calor, que son más de los que la gente se piensa (lo jodido de verdad es julio), a las siete o las ocho el sol deja de picar y baja lentamente hacia la sierra rica, al noroeste, mientras la luz se vuelve cada vez más roja. Hace calor, sí, el aire está pesado, también. Pero hay algo distinto. Quizá sean sólo tonterías mías, y no pase nada más allá de la ausencia de gente y de decibelios. Pero creo que no. Que Madrid es una ciudad diferente en agosto, y es una ciudad cojonuda.

Cada verano que suelo terminar pasando varios días de vacaciones en Matrix. No muchos, seis u ocho, normalmente repartidos en dos tandas, y siempre tengo la misma sensación que cuando, con 15 años, los padres se iban de casa. Convertido en virrey podía uno levantarse a las cuatro, desayunar cerveza, montar buenas fiestas, dejar revistas porno en la mesa del salón, organizar partidas after hours de cartas y videojuegos o, simplemente, vaguear hasta extremos intolerables. Pero no era lo que hacías lo importante, sino esa mezcla de excitación y pereza con la que dispones de un espacio igual pero muy distinto.

Por eso las fiestas de la Paloma o el cine de verano no son lo que hace distinta Madrid. Yo me he pasado muy buenas semanas de agosto sin hacer eso que se supone tienes que hacer cuando te quedas. Qué va. Lo bueno es saber que Madrid sigue ahí, entera, para nosotros, sin las riadas de gente que colapsan todo durante 11 meses. Ahora se ven grupos de amiguetes, unos currando, otros de vacaciones y alguno de visita, que se toman unas cañas con aire cansino al caer la tarde. Yo me bajo a desayunar con el periódico antes de comprar la fruta con tranquilidad pueblerina. Se puede ir al cine sin sacar la entrada tres horas antes. Estamos en Madrid en agosto y, por algún motivo, los que tenemos la suerte o el castigo de vivir ahí abandonamos el masoquismo que nos caracteriza. Por necesidad o por voluntad tratamos de saborear la gran ciudad ahora que está a tiro, y así vemos domesticada esa urbe infernal, que una vez al año se mira satisfecha al espejo, posiblemente porque sea la única época en que pueda hacerlo. Al fin y al cabo, en la adolescencia sólo disfrutábamos de la casa paterna cuando se vaciaba.

El otro día me despedí de agosto con buenos amigos y una heineken bien fría, observando la puesta de sol con la ciudad entera a nuestros pies.

Es ya 1 de septiembre. Saludos a todos, amables lectores. Los que vuelven al cole y los que incomprensiblemente me han dedicado visitas aun con el blog cerrado por vacaciones. Un hecho un tanto mosqueante y que me hace replantearme la necesidad de actualizar.

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lunes, julio 17, 2006

La turmix de tu vida

Ya me he cambiado de móvil. Ha costado, sí. La entrada inicial El Móvil es del 23 de febrero. Es la que venía con un fotograma de Exótica, y le tengo especial cariño. Bueno, pues eso, que me he cambiado de móvil. Yo creía que iba a perder los viejos mensajes que releo en ratos muertos en o en el metro, cuando abro uno al azar a ver qué me trae a la cabeza. Por eso pensaba, hace cuatro meses, que esos recuerdos se irían al cambiar de teléfono Pues no. Conserva los mensajes. Supongo que en la tarjeta esa pequeñaja en la que pone ‘Airtel’; carajo, ¿todavía corría Perico Delgado cuando anunciaba Airtel? Los conserva pero no todos y no en orden cronológico, sino que sólo algunos y desordenados. Les juro que el resultado haría las delicias de cualquier aficionado a escribir relatos.

Cuando lo enchufé vi, después del rollo felpudo ‘Bienvenido a Vodafone’, un mensajillo de Mr Grieves del 29/05/04 a las 12.43, “están los pixies desayunando al lado mío”. Era el Primavera de los Pixies y PJ Harvey, al que La Petite Claudine no pudo venir. Luego había alguna felicitación de cumpleaños anterior aún, un mensaje del otro jueves “te tomas unas cañas”, un “Feliz 2003” también de marta y más mensajes de hace poco, pero sin respetar la más mínima disciplina. La sensación es rara, muy rara. Supongo que cuando te ahogas y, como dicen, te pasa tu vida a toda velocidad, al menos se respetará un cierto orden, porque esto es un sin Dios.

Luego está lo de pasar la agenda del teléfono viejo, un Nokia de los antiguos (que, como dice Superñoño, “son los mejores”) a uno nuevo. Me han dicho que en las tiendas te hacen un traspaso de agenda. Me lo han dicho, claro, cuando ya no me daba tiempo a hacerlo. Ya saben ustedes que a toro pasado todos somos Manolete. Pues, en caso de que sea posible y de que la señorita de la tienda esté dispuesta, no lo pidan. No, porque pasar los teléfonos mola. Te sientes Dios, “tú existes, tú no existes". Así todo. La peña que mola dentro, los que no fuera. Igual hay algunos a los que no hace mucho que dejaste de ver, pero los borras, y otros a los que sabes que no vas a volver a hablar les dejas. Te permites caprichos como un pequeño dictador. Y no, no me digan que es como coger un día el teléfono y borrarlos de repente. Esto es algo justificado, es necesario, y para conservar un nombre hay que hacer un pequeño esfuerzo. Me vuelve la entrada aquella, sí. Es curioso, porque una parte de tu vida, esos mensajes que me gusta releer en el metro, pasa por la Turmix y reaparece desordenada y mutilada, pero otra parte queda a tu gusto, limpia como un rosal bien podado.

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sábado, mayo 27, 2006

Más ajedrez

Los dos vejetes del Café Comercial siguen jugando al ajedrez todas las mañanas. Yo pensaba que echaban una partida a las once u once menos cuarto, pero después de haber pasado un par de veces a deshora he visto que están ahí hasta la hora del aperitivo, más o menos. Me han picado. Y es que uno de los efectos secundarios de haber parido a Pierre ha sido dejar de jugar al ajedrez por internet. Lo hacía a través de Gameknot, una página en la que se juega por turnos; los movimientos y la visión del tablero van vía web y juegas con gente que no conoces. A veces echas una partida casi en tiempo real o a veces mueves una vez cada tres días. Por eso lo normal es tener entre tres y siete partidas abiertas. El año pasado tenía partidas con gente de Uruguay, con mogollón de americanos, con ingleses, con peña de Dubai, de Trinidad y Tobago (sería el friki del país, yo creía que ahí sólo eran velocistas) y así hasta el inifnito. No les conocías pero con algunos empezabas a coleguear, o te picabas especialmente.

Pensé en meterme en un equipo, picado por keith, que entró en uno y jugaba en una especie de liga. Pero me rayé. Había como ciento y pico. Y había de todo. Equipos nacionales (tipo 'amigos de Islandia'), grupos dedicados a ajedrecistas famosos (en los que no entras acojonado por el nivelazo que deben tener), peña en plan 'bebedores de cerveza' o flipados como 'la mamba negra', 'Alfieri Azzurri' o 'house of pain'. Yo tengo echado el ojo a uno, que era el muumuu, que era el de keith y tenían muy buen rollo, y otro de fans de Black Sabbath... Algunos son geniales. Uno es de 'contables geeks sadomasoquistas'. Una vez jugué con un tío cuyo nombre, Dr. Strangelove, estaba sacado de Teléfono Rojo. El nombre de la partida también, creo que era President Markin Muffley, y luego me dijo que estaba hasta la puntita de partidas y jugadores tipo 'Jinetes de Rohan', 'Gandalf el gris', 'La puerta negra' y, en general, del rollo Señor de los Anillos. Es lo que tiene suspender gimnasia. Feliz día, frikis.

Bueno, al final no me decidí, nació pierre y dejé eldos de ellas con gente conocida. Aunque lo que me apetece de verdad es una partida como deb gameknot. Ahora he vuelto y espero tener tiempo para seguir. Poco a poco, tres partidas y e ser, con colegas, mucho tiempo por delante y marihuana de por medio. Pues eso, si alguien se anima en gameknot ya sabe dónde estamos.

Y, sí, esto también era una excusa para enlazar a Anatoni Karpov. Por segunda vez.
¡Viva lo Rancio!


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jueves, mayo 18, 2006

Gracias!

¿De qué nos acordaremos dentro de 10 años? ¿De lo que sufrimos, del que se encerró en la galería del patio de luces, de la que se fue a hacer una ensalada, del que cambió de canal porque no podía soportarlo? ¿O nos acordaremos de los goles? ¿O de la celebración? Yo, de la Champiñons de Wembley, me acuerdo de dos o tres cosas. De un tiro flojito flojito de Stoichkov que fue caminando hasta el poste. De Attilio Lombardo. Del gol de Koeman. De la maravillosa camiseta naranja. Y de que vi ese partido en Eindhoven, Holanda, en un programa de intercambio de mi instituto...

Ahora que escribo esto han pasado más o menos 24 horas. Tengo en la cabeza esta foto de Belletti con las manos mojadas tapándose la cara, la mejor sin duda de la final. Me han dicho que cuando se despejó el terreno de juego, después del champán y eso, Belletti se fue él solo, en silencio, al círculo central y se quedó un rato. Recuerdo a Rijkaard abrazando uno a uno a los jugadores. A Eto'o marcando un golazo (cómo le cambia de palo al portero). A Valdés reivindicándose (qué tendrá que hacer para ir a la selección...). Al hijo macarra de Giuly. A Andrés Iniesta. A Larsson. Gracias Henrik. No te vayas. Recuerdo los mensajes en el móvil. Y muchas otras cosas, muchas, que algunas se perderán y otras no. Y probablemente los goles, los títulos, sean lo de menos. Quizá el fútbol sea sólo una especie de banda sonora como las canciones de Extremoduro que nos recuerdan cuando teníamos 20 años y que no sabemos si nos gustan por la música o por lo que nos traen a la mente.

Me pongo muy filosófico y muy blando, sí, pero el fútbol es importante. Lo digo en serio. Y entiendo a los que se meten conmigo por meterme, a mi vez, con Alonso o la Fórmula 1. Pero si hay algo que detesto es la superficialidad de quien sólo sale al sol que más calienta. Ser del Barça no es sólo querer que gane. Es un estado de ánimo. La felicidad sólo se puede entender si se entiende o se conoce la tristeza. Y el Barça es un equipo, o somos una masa de personas, con una lacerante tendencia hacia la depresión, la melancolía y el fatalismo. Por eso quien no lo conozca desde dentro no puede entender lo que significa que el Barça sea el mejor equipo del mundo, el que mejor juega y que, además de todo eso, gane. No digo que sea un sentimiento mejor o peor que otros. Sólo distinto.

PD.- Especial enhorabuena para los lectores del Barça. Anónima, Jardinero, Mikimono, Malcolm, Polako, Prosopopeyo, Jordi, Jeremías, Antbear y un montón que seguro que me dejo. Y las dos hermanitas, obviamente, que alguna buena alegría tenían que tener.

PPD.- Mención especial para los comentaristas de TVE. Lo siento por vosotros, chicos. Otro año será. Se os vio un poco el plumero en esos lacónicos "Gol de Belletti" o "Ha empatado el Barça". Pero la gente de bien está con vosotros. Seguid así, criticando al Barça cuando va palmando y hablando del estado del césped cuanto está a cinco minutos de ser campeón de Europa. Os apoyaremos, sí, porque así nos da más gusto...

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jueves, abril 27, 2006

A París

Alguno se ha salido antes de tiempo del estadio de puro nervio. Jordi me ha puesto el himno por el móvil al acabar el partido. Yo me he notado alguna taquicardia. Pero hemos pasado. Y no es que el Barça estuviese jugando especialmente mal (dejémoslo en que el Milán dominó), y en la segunda parte ha tenido más oportunidades de marcar. Pero qué mala pinta tenía el partido. Qué mala pinta. Notable para el Milán, equipo de viejos rockeros que han caído como señores. Y toque de atención al Barça, al que ha faltado algo de personalidad pero que, a mi juicio, hoy se ha forjado como equipo más que en cualquier otro día desde que Rijkaard empezó el milagro. Si fuese del Arsenal me asustaría de un equipo que tiene a Ronaldinho, Deco, Eto'o, Messi y demás y al que, a doble partido, el Madrid le ha metido un gol, el Chelsea otro (el de penalti en el minuto 93, como que no cuenta mucho), el Benfica ninguno y el Milán ninguno. Casualidad no será, digo yo.

PD.- Estoy un poco liado. De hecho, llevo dos meses hasta arriba. La entrada de Marina D'Or, la de los Ramones, la posible de Yo la Tengo, las nuevas críticas destructivas del periodismo y alguna otra que tengo medio prometida por ahí llegarán. Mis disculpas. Mientras tanto, a tirar de Youtube y de fúmbo :)

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jueves, abril 20, 2006

Control Zeta

¿Nunca han tenido la tentación de pulsar Control Zeta? Yo sí. Muchas veces. Al meter la pata hasta el fondo en una ñapa que estás haciendo en casa (tal como arreglar la cisterna del water), es lo primero que se viene a la cabeza. Control Zeta y todo arreglado. O cuando dices algo que no deberías decir, o revelas un secreto que prometiste guardar o, simplemente, dices una chorrada. Control Zeta. ¿Se imaginan un mundo con Control Zeta? El día que siendo adolescentes no se atrevieron a intentar besar a la chica que les gustaba. El día que temieron perder un amigo. Instantes de dos, tres segundos que nos pueden taladrar la cabeza durante semanas, durante meses a veces.

No sé si seríamos más felices inmnunes a las equivocaciones. Hay una postal de Charlot, de esas insoportablemente cursis que algunas tías llevaban en la carpeta, que decía algo así como "me gustan mis errores. No quiero renunciar al delicioso placer de equivocarme". Pues no, señor. Hay errores que se recuerdan con una cierta gracia, incluso con cariño por el contexto en el que se cometieron. Pero hay otros que torturan, que torturan más al que los comete que al que los sufre. Puede hasta que el agraviado se haya olvidado, pero tú aún lo tienes ahí, todavía te acuerdas alguna mañana que otra. Y sin querer irnos a lo trágico. En el día a día. Piensen un poco y recordarán más de dos. Más de cinco, incluso. Es lo jodido del tiempo, como dice mi primo. Que sólo va en un sentido.

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jueves, abril 13, 2006

Horror Vacui

Una entrada de la petite claudine me ha hecho pensar:

Nada puede ser más peligroso que la nada. La humanidad se ha sentido desde siempre incómoda con el cero y el vacío. Los antiguos griegos los declararon irreales y no naturales. Teólogos argumentaron que el primer acto de Dios fue el de desterrar el vacío creando el universo ex nihilo. Pensadores de la Edad Media intentaron prohibir el cero y otras cifras árabes. Pero el vacío está en todas partes a nuestro alrededor; la mayoría del universo es vacío. Aunque inventemos historias para convencernos de que el cosmos es un lugar acogedor, lleno y atractivo, la nada nos seguirá mirando fijo con sus ojos huecos y vacíos.

No es suyo, es un enlace a las 10 ideas (científicas) más peligrosas del año. Y me ha hecho pensar que es el miedo al vacío lo que mueve el mundo. En el plano individual y colectivo, desde la religión o la política hasta las relaciones de pareja o los comportamientos sociales. El pánico a plantarnos delante del espejo sin nadie más alrededor, solos frente a nosotros mismos y con la capacidad de hacer lo que decidamos y asumir la responsabilidad. Sin nadie a quien mirar o que nos mire, sin nadie a quien complacer o temer.

"En realidad, después de los golpes militares todo el mundo se alegra en secreto". Es de Nieve. Lo pronuncia un islamista reconvertido, fascinado por el poder absoluto de los militares que él en tiempos ansiaba tener. Igual también la gente se alegra en secreto de relaciones destructivas, de trabajos asquerosos o rutinas insoportables, porque siempre pueden, o podemos, proyectar en otros los malos rollos. Horror vacui.

Ah, casi se me olvida, no se pierdan tampoco la entrada anterior de la petite, sobre los superhéroes. Iba a hacer una entrada al respecto, pero iba a parecer que le estoy haciendo la pelota.

El superhéroe hace las veces de repartidor de justicia, vengador y galán al mismo tiempo. En los comics y en las películas es generalmente un outsider que trabaja en el anonimato o al márgen de la Ley: su papel es hacer justicia en un mundo en el que la Justicia está ocupada haciendo Política o envuelta en alguna conspiración. En nuestras fantasías, es el que vuelve a la escena del crimen y pone las cosas en su sitio. Pero, como observa Alan Moore -con perdón- hay un pequeño problema: el superhéroe es un crio alienado y vengativo que quiere hacer justicia en sus propios términos. Cuando ese niño encuentra por fin su lugar en el mundo, el superhéroe que sobrevive es la parte que no.

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lunes, abril 03, 2006

el calamar

El calamar se parece al periodista en dos cosas fundamentales: en que puede tomar a voluntad el color que más le convenga y e que se defiende con la tinta. Cuando se siente descubierto, y entonces es cuando echa mano de la estilográfica, instantáneamente se disuelve en el agua un gran chorro de tinta. ¿Qué nos dice en aquel mensaje el calamar? No se ve nada. No se entiende nada. Para evadir nuestra persecución, el calamar ha lanzado el rostro un largo artículo de fondo y se ha escabullido. Dos, tres, cuatro columnas de negra prosa flotan por un instante en el líquido elemento, y o no hay opinión en el fondo de los mares, o esta opinión debe de conmoverse poco. ¡Dichoso calamar que puedes escribir lo que se te antoje sin tener que entendértelas con la previa censura! Feliz compañero en la prensa submarina.

Fragmento de Sobre el Calamar, Julio Camba (Vilanueva de Arousa, 1882-Madrid,1962), periodista y escritor.

Hace tiempo que no hago una crítica destrutiva del mundo periodístico, tras las entradas sobre periodismo taurino y de investigación. Podría hacer una critica destructiva de la profesión en general. ¿Qué se puede esperar de un oficio que se considera a sí mismo el mejor del mundo? Pero hoy estamos indulgentes, que no complacientes. La destrucción, la indignación, es a veces demsiado fácil. Y estamos en primavera, qué demonios. Abajo pueden leer el arranque de la primera crónica escrita por Camba como corresponsal en Berlín de ABC, en 1913. Vendería mi familia al diablo por escribir así. Aparte de que, como ya imaginarán, sucribo la reflexión del punto a la cruz.

Yo soy tímido, necesito saber que el lector me conoce ya, que es indulgente con mis apasionamientos, que acostumbrado a mis pequeñas paradojas, no va a tomarlas completamente en serio, que va a leerme en fin como se lee a un amigo y que muchas veces en lugar de enfadarse contra mí, va a sonreír afectuosamente diciendo ¡pero qué tonterías se le ocurren a este hombre! Porque a mí se me ocurren muchas tonterías y cuanto tengo confianza con la gente, las digo. La cuestión es pasar el rato, yo no quiero callarme una tontería que pueda divertirnos a todos para echármelas de hombre serio y sesudo. Mi nombre es Camba y en el fondo soy un buen chico.

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viernes, marzo 31, 2006

Sin industria pesada no hay industria

En algún sitio leí, hablando de la crítica musical, que escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura... He reescrito como cinco veces esta entrada sobre la exposición de vanguardias rusas en Madrid y sigue sin gustarme, quizá por esa incongruencia de escribir sobre arte. Esto mismo me ha complicado la vida al hablar de música. Rozo constantemente temas y referencias musicales, pero me veo incapaz de hacer, como prometí, una entrada sobre Yo la Tengo. Y es por eso, no encuentro una forma de transmitir lo que a mi me transmiten. De hecho, creo que si lo lograse significaría que el original sería, en el mejor de los casos, algo impersonal, una especie de Starbucks artístico. Así que, en primer lugar, disculpas por la entrada. Si viven en Madrid, déjense de rollos y vayan a la exposición. Si no lo son, pueden mirar los santos y, si se aburren en el trabajo, ustedes mismos. Yo la he colgado porque se la tenía prometida a un par de amigos.


Títulos tan sugerentes como "Sin industria pesada no hay industria" o "Los obreros son la fuerza de choque del comunismo en su lucha por cumplir en cuatro años el plan quinquenal" se pueden encontrar en la primera parte de la exposición sobre vanguardias rusas que está en Madrid hasta mayo. Esta parte, que es la primera porque es la primera a la que yo he ido, está en la Fundación Caja Madrid, en la plaza de las Descalzas. No sé si siguen los discos La Metralleta en el sótano, y ese grupo de punkis tan prototípico que siempre he pensado que estaban ahí a sueldo de la concejalía de turismo. Ambos estaban ahí también, en la plaza de las Descalzas.

Al principio te quedas un poco frío porque, como si se tratase de un curso, la exposición empieza por la teoría. El suprematismo y el constructivismo, así, en versión dura. Ródchenko contra Malévich, tigres contra leones. En el suprematismo los cuadros son, por ejemplo, una cruz negra sobre fondo blanco. Y ya. Eso quiere decir suprematismo, que lo figurativo o lo que hemos considerado históricamente estético es una debilidad (pequeñoburguesa, supongo). Pasa de los objetos en sí mismos y busca la esencia en cosas como la cruz negra. Vale. El constructivismo es algo más atractivo: yo diría que trata de forzar los límites, decir más cosas usando un formato nuevo, combinando técnicas o aplicándolas a elementos no habituales... Supuestamente se trata de plasmar los mismos conceptos de la industria, la arquitectura, o eso dice la guía. Me gusta bastante más.

Así, disimulamos un poquillo entre estos cuadros sin decir nada (tampoco es plan de quedar mal), y en todo caso poniendo caras de póker a la gente con la que tenemos más confianza. Pero no desesperemos. En la planta superior hay una colección de fotografías espléndida. Me encantaron unas fotografías de una especie de teatrillo para niños hecho con monigotes de papel. Las fotos ya tienen la energía que estábamos buscando, te golpean en los morros. Como los Sonic Youth en directo.

Volvemos abajo. El orden creo que no era ese, pero bueno. Miramos de paso los cuadros frikis y pasamos a la sala de la derecha. Hay publicidad, pósters de cine o teatro y ediciones de revistas. Probablemente es el inicio del diseño gráfico, es decir, la primera vez que estas cosas empiezan no a ser arte, que ya habría cosas parecidas antes, sino a ser concebidas y tratadas como tales. Aquí vemos cosas muy chulas de El Lissitzky. Hace un par de años pusieron una exposición en el Reina Sofía sólo sobre libros de esta etapa de vanguardia en Rusia. Estaba muy bien. Esta sala es la que más me gusta, aunque quizá no sea tan espectacular como la de los carteles de propaganda. No me sale explicar cómo es, quizá debido a eso, a que es la que más me gusta. El caso es que consigue despertarme cosas dentro, que es de lo que trata el arte. No hay por qué dar explicaciones, pero me da la sensación de que aquí la energía que transmite esta etapa se concentra en cosas menos obvias que un cartel de propaganda política o una fotografía, y en ese sentido es más sutil. En todo caso, siempre me ha parecido que el virtuosismo es, en música, de una gran mediocridad, y no sé si podría aplicarse esto al exceso de erudicción en literatura o, en este caso, arte gráfico. Igual es una forma de regodearme con tranquilidad en mi fango de ignorancia, pero me da que parte de razón puedo tener.


Hay otra parte de carteles políticos. Lo de la industria pesada y tal. Al principio es por lo que me empezó a gustar de este periodo. Sigo siendo un fan incondicional de estos carteles, no me malinterpreten, pues me pasa como con la tortilla de patata, que podría consumirlos de forma indefinida. Pero poco a poco he ido pillando el punto al resto como, por ejemplo, lo que hay en la planta de abajo, que son objetos cotidianos y es lo que más me llamó la atención. Telas, bandejas, juegos de café... Ahora lo hace gente pija, cobran una pasta y lo llaman diseño, pero estaba todo inventado. Y era para el pueblo, qué narices.

Finalmente salimos por donde entramos (un hecho que se repite más a menudo de lo que desearíamos) y volvemos a ver la parte durilla. Y mola, porque ahora lo vemos con otros ojos, y entendemos que esto ha servido para algo, que además de pasar un buen rato algo hemos aprendido ahí dentro.

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martes, marzo 28, 2006

Yulia

No sé, pero el peinado de esta mujer (la llamaría chica, pero dado que es candidata a presidir Ucrania me corto) me tiene un tanto obsesionado. Es como si no pudiese dejar de mirarla. Lo he comentado en el trabajo y hay división de opiniones. Algunas personas comparten mi opinión de que, cuando menos, es curioso. Otras se ríen. La verdad es que, objetivamente, es como ponerse una ensaimada de peineta. Pero me gusta en todo caso.

Supongo que es algún tipo de peinado tradicional de las estepas para el que hace falta mucho pelo y mucho tiempo, suponiendo que sea natural, claro. Además, Yulia Timoshenko (así se llama) lo lleva con mucho aire. Tiene porte esta mujer, sí señor.

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miércoles, marzo 15, 2006

Ajedrez

Cuando voy al trabajo andando paso por el Café Comercial, en la glorieta de Bilbao. Si voy algo más tarde de la cuenta, a eso de las once menos cuarto (modo recibir insultos por no madrugar habilitado) veo a dos abuelos jugando al ajedrez. Me empecé a fijar este verano. Se sientan en la misma mesa, la que da a la ventana más cerca de la calle Sagasta. Es la mejor mesa del café comercial. Uno de ellos, el que se sienta de cara a la pared, suele llegar antes y a veces le veo leyendo el periódico mientras espera, y creo que no pone las piezas en su sitio hasta que no llega el otro. Poner las piezas en las casillas es un ritual placentero para los dos jugadores, entiendo que espere. Cuando juegas colocas tus piezas y el otro las suyas y mientras tanto hablas de alguna cosa intrascendente o picas un poco al contrario. Son viejos amigos, o al menos eso me parece ver cuando les veo jugar. Sólo es durante un instante, pues nunca me ha dado por pegar la cara a la ventana, pero poco a poco me he ido haciendo una idea. Cuando están ahí el día se me hace de otro color.

Cuando fui a Nueva York no quise jugar una partida por dos dólares en Washington Square. No sé si lo habéis visto (en directo o en las pelis), es un parquecillo que tiene en una esquina ocho o 10 mesas con tableros de ajedrez pintados, y ahí se juegan partidas por pasta con gente de mala pinta que vive de eso. Ajedrez callejero, una pasada. En las calles cercanas hay tiendas de ajedrez. Algunas son las típicas que venden esos espantosos tableros supuestamente artísticos o temáticos (piezas de metacrilato transparente, inspiradas en pintores o con forma de guerreros, una blasfemia), pero otras son viejas y hace frío dentro, por lo que la gente juega, con el abrigo puesto, en mesas de instituto. Algunos macarras de la plaza juegan ahí con chavales de 8 o 10 años que van acompañados de padres, y la gente mira la partida en silencio.

Ya que hablamos de ajedrez, no podemos dejar de recordar al gran Anatoli Kárpov. ¿A vosotros cómo os caía Kasparov? ¿Os caía bien, verdad? Es que con vosotros era de otra forma. Conmigo era un hijoputa. Me hacía así, el fuckyou".

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viernes, febrero 24, 2006

Sisu

Sisu es una palabra finlandesa, un nombre para definir características de personas o grupos que se traduce malamente. Podemos hablar de fortaleza física, fortaleza mental, determinación resistencia, voluntad... pero no es algo irracional e inmediato. Vamos, que no es el lamentable "tener cojones" hispánico. Es, por el contrario, una especie de fuerza que se guarda en el interior y que tarde o temprano acaba saliendo fuera. Posiblemente con esto se hayan hecho ya la idea, señoras y caballeros, de que sisu es una idea importante en la cultura finlandesa, y de que es un concepto demasiado profundo para traducirlo al castellano con una palabra.

Hay marcas de tractores, tiendas y equipos deportivos bajo este nombre. El concpeto de sisu tiene algo que ver con la geografía y la historia de Finlandia, un sitio maltratado por el clima y la despoblación, pobre de solemnidad hasta hace unas décadas y que los rusos y los suecos se turnaban para invadir tanto militar como culturalmente. El siglo pasado, por poner un ejemplo, estos señores se independizaron de los rusos tras la Revolución de Octubre. Se zurraron un poco, y la Guerra Civil rusa se entremezcló con una guerra civil en Finlandia. En la Segunda Guerra Mundial primero tuvieron que pelearse ellos solos con el Ejército Rojo, y le pararon los pies con esquís, guerra de guerrillas y mucho sisu. Luego volvieron a por más cuando Alemania invadió Rusia, pero ahí palmaron. En 1944 firmaron la paz con la Unión Soviética, y entonces las divisiones alemanas que combatían en la zona marcharon hasta la frontera noruega, en el extremo norte. Por el camino arrasaron Laponia en represalia, con lo que los finlandeses también tuvieron que darse estopa con los alemanes durante varios meses. Después ya sólo quedaba aguantar 40 años de guerra fría en los morros de la Unión Soviética antes de ponerse a hacer teléfonos móviles y buen rock'n roll.

El sisu es saber en tu interior que por muchos palos que te den te vas a levantar de nuevo. La convicción de que, estés mejor o peor, seguirás siendo tú, seguirás defendiendo eso en lo que crees y jamás bajarás los brazos. Y de que esa determinación es lo que, al final, después de todo, te mantendrá en pie.

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